9.3. La Conferencia de la mujer de Pekín y la ideología de género

Miles de mujeres de todas partes del mundo participaron en la Cuarta Cumbre Mundial de las Naciones Unidas (ONU) sobre la Mujer en Pekín. Ante ellas se presentaba una monumental e imprescindible labor, por el bien no sólo de la mujer, sino también de la familia. Aunque la Conferencia trajo a la luz las necesidades más perentorias e urgentes de las mujeres a través del mundo, lamentablemente el énfasis principal por parte de los países "desarrollados" como los EE.UU., Canadá y los de la Unión Europea, estuvo en los "derechos reproductivos" (es decir, el "derecho" a la anticoncepción, inclusive para menores), así como los "derechos sexuales", que sus promotores interpretan como el "derecho" a ser lesbiana, bisexual, transexual, etc., y disfrutar de los mismos derechos y privilegios que las familias constituidas por un varón y una mujer, con sus hijos.
Los grupos feministas radicales de estos países "desarrollados", lograron mantener el control de la mayor parte de los contenidos del documento de la Conferencia. Estas feministas se concentraron en ejercer presión para que las mujeres del tercer mundo acepten como modelo, el mismo tipo de feminismo antivida que traicionó los valores pro vida de sus propias fundadoras. El objetivo principal de estas feministas fue y sigue siendo, que el documento final de la Cumbre refleje las opiniones e ideologías del feminismo radical antivida.

Hillary Clinton y la delegación estadounidense

La delegación de los EE.UU., encabezada por Hillary Clinton, ejerció su influencia a favor del aborto, lo cual no nos asombra, dada la postura del gobierno del presidente Clinton, reflejada en sus esfuerzos por facilitar más aún esta práctica. La coordinadora de esta delegación, Marjorie Margolies-Mezvinsky, declaró que la principal prioridad de su delegación es "defender la libertad para decidir" con respecto al aborto. Donna Shalala, Secretaria del Departamento de Salud y Servicios Humanos, que formó parte de la delegación norteamericana a esta conferencia, afirmó refiriéndose al aborto: "Nosotros apoyamos los derechos reproductivos y la libertad para decidir; somos consistentes".
Además de Shalala, la delegación norteamericana incluyó otras dirigentes proabortistas como Geraldine Ferraro, embajadora de los EE.UU. ante la Comisión de Derechos Humanos de la ONU; Marie C. Wilson, de la proabortista Ms. Foundation; y Adrienne Germain, vice-presidenta de la International Women's Health Coalition (Coalición Internacional de la Salud de la Mujer), organización que promueve la legalización del aborto en otros países. En su artículo del International Journal of Gynecology & Obstetrics, publicado en 1989 con fondos de la Agencia para el Desarrollo Internacional, la FIGO (Federation of Gynecology and Obstetrics) y la organización proabortista Family Health International; Germain afirma que "el aborto es un acto de auto-defensa para las mujeres, cuya salud, dignidad o derechos humanos básicos se ven amenazados por un embarazo no deseado". ¿Y a esto le llama La Primera Dama de EE.UU., Hillary Clinton, una delegación "con amplia base, un grupo orientado hacia la familia"?
Hillary Clinton dijo en su discurso en Pekín: "Es una violación de derechos humanos cuando a los bebés se les niegan los alimentos, se les ahoga, se les asfixia o se les quiebra la columna vertebral únicamente porque nacen siendo del sexo femenino". Sin embargo, la posición de la Sra. Clinton, quien presidió la delegación norteamericana a Pekín, es que el gobierno no debe prohibir el aborto.


El feminismo radical

Las feministas antivida han estado ejerciendo su influencia en la ONU desde 1980. La organización más activa en este sentido es la WEDO (Women's Environment and Development Organization), de la ex-congresista y proabortista radical, Bella Abzug (920-1998). Según el Washington Times, la Sra. Abzug es "parte integrante del antiguo activismo izquierdista". Cuando estudiaba en la universidad, fue una ferviente defensora del dictador soviético José Stalin, y dirigió reuniones a favor del Vietcong durante la guerra de Vietnam. Sin embargo, "esta mujer, una radical hasta los huesos que sólo representa a los grupos izquierdistas, ha pasado a ser nuestro portavoz oficial sobre asuntos morales y la familia".
Gertrude Mongella, secretaria general de la Conferencia de Pekín, quien llamó a dicha conferencia "el inicio de una revolución social", fue cofundadora de la WEDO. El documento de Pekín refleja en gran parte la terminología y los objetivos de la WEDO y de otras organizaciones feministas radicales, pues presenta al matrimonio como la raíz de todos los males que sufren las mujeres, y a los varones los presenta como opresores y explotadores.
Aunque el documento de Pekín menciona el derecho de los padres a educar a sus hijos en la moral, no lo afirma ni lo defiende. Repetidas veces afirma que "se debe poner énfasis en el papel de los adolescentes y en su responsabilidad en lo que concierne a su comportamiento con respecto a su reproducción, proporcionándoles servicios apropiados y consejos". Por supuesto, esto se refiere al "derecho" que los adolescentes supuestamente tienen, de recibir anticonceptivos y abortivos para que puedan tener relaciones sexuales a espaldas de sus padres. Este "derecho" está garantizado en países "desarrollados" como los EE.UU., donde en "clínicas de salud" del gobierno, se entregan píldoras anticonceptivas y preservativos a menores de edad. También en las "clínicas de salud" de muchas escuelas públicas se entregan preservativos y se recomiendan píldoras anticonceptivas a adolescentes. Inclusive se remite a las menores de edad a clínicas abortistas, donde se les practican abortos sin que sus padres siquiera se enteren. Los que lograron estos "triunfos" de "liberar" a los hijos de sus padres en lo que concierne a la autoridad moral y la patria potestad en los países "desarrollados", quieren que en los países del tercer mundo, donde todavía los padres conservan mayor autoridad legal y moral sobre sus hijos menores, se cometan los mismos errores.
El movimiento mundial para el control de la población tiene un objetivo primordial: reducir drásticamente los nacimientos. Grandes cantidades de dinero se destinan para lograr este fin. El modo más fácil de hacerlo es estimular a las mujeres a que dejen sus hogares y compitan con el varón como lo hacen en los países "desarrollados". Por añadidura, la promoción de los anticonceptivos, el aborto y el lesbianismo, también es útil cuando se trata de impedir los nacimientos. El monstruo de múltiples tentáculos que representan las organizaciones y fundaciones que promueven "la cultura de la muerte", como le llama Juan Pablo II, utiliza a las feministas radicales para lograr sus objetivos, mientras les hace creer que las está ayudando a obtener más derechos e inclusive más poder.

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