10.5. Margaret Mead y la antropología del género

Detrás del género subyace un estudio antropológico que busca destruir (deconstruir) todo tipo de bases biológicas de la feminidad, para poder introducir con comodidad el género como una construcción histórica y cultural.
Estos estudios del género se realizaron con los bosquimanos Kung del Kalahari, los aborígenes Murngin de Australia y los Ilongos de Filipinas. Pero el origen de toda la perspectiva antropológica del género se encuentra en los estudios llevados a cabo por una joven llamada Margaret Mead en Samoa.
En 1928, Margaret Mead publica su obra titulada “La adolescencia, sexo y cultura en Samoa”, que es considerada en la actualidad como uno de los mayores fraudes del s. XX, aunque no en los ámbitos feministas.
Mead construye sus teorías para justificar sus propias prácticas sexuales, transfiriendo sus planes personales aberrantes a sus concepciones sociales. Mead era declaradamente bisexual, tuvo tres matrimonios hetero y dos amantes lésbicos. Además cuando podía practicaba e amor “libre”. Ella declaró que “la heterosexualidad rígida es una perversión de la naturaleza, así como que la capacidad humana normal y bien documentada debe asumir, la capacidad de amar a miembros de ambos sexos”.
Su obra fue el fruto de una investigación llevada a cabo en la isla de Samoa durante apenas nueve meses. Describe la isla como un paraíso sexual inhibido de todas las represiones que existen en Occidente por culpa del cristianismo: “En Samoa el amor romántico tal y como se da en nuestra civilización, inseparablemente unido a las ideas de la monogamia, la exclusividad, los celos y la fidelidad no tiene lugar”.
En aquella isla lo normal era la práctica libre del sexo heterosexual y homosexual, todo ello “de manera ocasional y placentera”. “El matrimonio sin vínculos el divorcio sin causa, la libertad sexual de los niños, de los adolescentes y los adultos es la norma social de Samoa”.
El contrapunto en este paraíso sensual lo crean, en opinión de Mead, los misioneros cristianos” cuya oposición es tan vana, que sus protestas se consideran irrelevantes”.
La propia Mead fue firma defensora del aborto, el amor libre, el divorcio a la carta, la abolición del matrimonio monogámico y de la liberación sexual de los niños. De ella procede el eslogan de que todo niño debe ser un niño deseado.
Hubo que esperar a 1983 para que el antropólogo Dereck Freeman publicara una obra que desmitificara a Samoa como isla del placer. Si titulo era: “Margaret Mead y Samoa: deshaciendo un mito de la antropología”. Mead estuvo tan solo nueve meses en Samoa y no hablaba su dialecto. Freeman dedicó a su investigación medio siglo y aprendió el samoano perfectamente. Las conclusiones de Freeman fueron que la sociedad samoano en realidad estaba construida sobre la veneración de la virginidad, una veneración que el cristianismo no se inventó, sino que formaba parte de la tradición religiosa politeista que reservaba a las vírgenes ceremoniales llamadas taupous la más alta consideración de su escala social. De hecho los samoanos se tomaban muy en serio la exclusividad matrimonial con seriedad llegando a castigar el adulterio con la muerte.

  ©Template by Dicas Blogger.