7.4. La invención de la píldora anticonceptiva

Una vez formulados los principios teóricos de la revolución sexual por Reich, Kinsey y Marcuse; una vez encontrados los medios financieros (Rockefeller, Ford, Playboy, etc.) y definidas las motivaciones (control de la población) solo había encontrar un medio rápido y efectivo para poder tener relaciones sexuales y temor al molesto riesgo de quedarse embarazada.
A inicios del año 1951, Margaret Sanger conoce en una cena al doctor Gregory Pincus, bajo la invitación de Abraham Stone. Pincus había estado trabajando en los años 30 con sistemas de fecundación in vitro con conejos. La cena fue el paso para que la asociación Planned Parenthood Federation of America (PPFA) se comprometiese a financiar estudios para encontrar y producir un anticonceptivo hormonal para uso de las mujeres. Pincus comenzó a trabajar inicialmente con el doctor Min Chueh Chang y luego con el doctor John Rock. La investigación estaba en marcha.
El recorrido de la misma no fue fácil y hubo momentos de freno o de aceleración, en gran parte financieros. Fue entonces cuando Margaret Sanger buscó apoyo en la multimillonaria Katharine McCormick quien se comprometió a financiar completamente el proyecto. Sanger consiguió que Pincus estableciese contacto con otros investigadores que también habían llevado a cabo diversos estudios sobre la manera para detener la ovulación de la mujer.
Los primeros resultados permitieron preparar una píldora en 1955, que luego recibió el nombre comercial de Enovid. La píldora se basaba en una combinación estro-progestínica, en la que se mezclaban mestranol (150 microgramos) y norethynodrel (10 miligramos), aunque luego las cantidades de ambas sustancias fueron rebajadas. Tal combinación controlaba la producción de algunas hormonas femeninas hasta el punto de provocar en los ovarios una situación de 'bloqueo'. De este modo, no se producía la ovulación, y así la mujer permanecía temporalmente en situación de esterilidad.

El experimento de Puerto Rico

Del laboratorio se pasó en seguida a la fase de experimentación sobre mujeres. Los experimentos iniciaron en 1956 en Puerto Rico con más de 1300 mujeres, y el año siguiente en Haití y en Ciudad de México. El mismo Dr. John Rock probó el medicamento con pacientes suyas en Brookline (Massachussets).
Fue sobre todo en Puerto Rico donde se notaron efectos negativos de importancia entre las mujeres que participaron en los diferentes experimentos. Ello no fue suficiente para detener la fuerza de la propaganda, que lanzó a la prensa la idea de que la píldora Enovid era un anticonceptivo eficaz y seguro.
En un ambiente de presiones y de expectativas crecientes, la “Food and Drug Administration” (el organismo de Estados Unidos que da los permisos necesarios para vender y usar productos farmacéuticos) dio en 1957 la luz verde al uso de Enovid, no como anticonceptivo, sino como fármaco para regular la menstruación.
La tarea de reclutar cobayas portorriqueñas recayó finalmente en la Dra. Edris Rice-Wray y en una misionera que trabajaba en uno de los hospitales protestantes del país, Adeline Pendleton Satterthwaite. Finalmente, la Dra. Rice-Wray eligió un local en un barrio de chabolas y reclutó a cien mujeres. Pero los resultados no fueron prometedores. El 11 de junio de 1956 escribió a Pincus: "Hemos tenido problemas con algunas pacientes que han dejado de tomar la pastilla. En unos pocos casos han tenido náuseas, vértigo, dolores de cabeza y vómitos. Estas pocas han rehusado continuar con el programa. Dos han sido esterilizadas. Un marido se ahorcó, desesperado por su pobreza". Abandonaron treinta de las cien que iniciaron el experimento. Nueve meses después del comienzo de los ensayos, Edris Rice-Wray entregó su informe, en el que resumía los resultados obtenidos hasta el 31 de diciembre de 1956: habían tomado la píldora 221 mujeres; la tasa de abandono sobrepasaba el 50%; el 17% habían sufrido efectos secundarios negativos. Los síntomas más frecuentes eran vértigo, náuseas y dolores de cabeza. (...) Varias mujeres fallecieron de problemas cardiovasculares, pero los promotores del experimento achacaron su muerte a la desnutrición que padecían las pobres mujeres.
En abril de 1957, en uno de los barrios atestados de chabolas de Puerto Rico, sólo aceptaron hacer de cobayas 56 de un total de 175 mujeres a las que se había propuesto participar, e incluso las que lo hicieron tuvieron dificultades para seguir las instrucciones. Poco después, en virtud de un nuevo proyecto urbanístico, se derribaron las chabolas, y las mujeres se dispersaron antes de que se pudiese comprobar los efectos a largo plazo de la píldora.
En 1960, después de las pruebas peor llevadas y menos rigurosas que se hayan hecho nunca con un fármaco aprobado por la Food and Drug Administration [organismo norteamericano encargado del control de los medicamentos], se autorizó el uso de Enovid como anticonceptivo en Estados Unidos [hasta entonces estaba permitido sólo para el tratamiento de trastornos de la menstruación]. De este modo, en Estados Unidos empezaba una revolución que iba a incidir profundamente en la vida de millones de mujeres de todo el planeta.

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