8.2. El mito de la Superpoblación

Cuando el presidente del Banco Mundial Robert McNamara se dirigió a la Junta de Gobernadores del mismo, el 30 de septiembre de 1968 en la ciudad de Washington, estaba anunciando cual iba a ser la política que en adelante se consideraría prioritaria en las agencias de las Naciones Unidas: El control de la población: “El rápido crecimiento demográfico es una de las mayores barreras que obstaculizan el crecimiento económico y el bienestar social de nuestros Estados miembros”.
Para justificar estas políticas se publicaron en los años siguientes varios libros, que pese a no tener ningún rigor científico y ser absolutamente sensacionalistas, tuvieron una enorme difusión. Estos textos difundieron en el inconsciente colectivo las falsas ideas de exceso de la población mundial y la proximidad de un colapso universal. Era el nacimiento del mito de la superpoblación.

El Catastrofismo Neomalthusiano

Al crecimiento poblacional se le empieza a asociar la crisis ambiental, de tal manera que el neomaltusianismo empieza a hablar de “catástrofe del planeta”. Varios sserán los autores que empezarán a publicar textos alarmistas sobre el medioambiente causada principalmente por la superpoblación y que propongan como única solución el control de la población. En 1948 Fairfiled Osborn publica “Nuestro planeta saqueado” (Our plundered planet) y “Los límites de la Tierra” (The limits of the Earth).
“Vivimos sometidos al imperio de un principio independiente del tiempo, que ejerce su influencia implacable y universalmente. Este principio está estrechamente relacionado con la ley de oferta y la demanda. Se expresa en una simple razón, en la que uno de los términos sería los recursos de la tierra y el otro sería el número de habitantes. Mientras que el primero es relativamente fijo y está sólo parcialmente sujeto al poder del hombre, el otro es cambiante y puede determinarlo el hombre en buena medida, si es que no del todo. Si somo ciegos para ver esta ley, o si nos engañamos subestimando su poder, podemos estar seguros de una cosa: el género humano pasará por un período de crecientes penalidades; de conflictos y de tinieblas”. Fairfiled Osborn.

Los límites de la tierra. 1956

En 1955, Alan Gregg, de la Fundación Rockefeller, describió, por primera vez, el género humano como un “crecimiento cancerígeno” sobre el planeta Tierra que podría con el tiempo destruirse.

“La superpoblación es un cáncer; nunca he oído que un cáncer se curara alimentándolo”. Alan Gregg

En 1960, Raymond B. Cowles propuso una “bonificación para no tener hijos” para ser pagados a los padres potenciales por el gobierno. Esta idea fue elaborada en 1964 por Kenneth E. Boulding en una “licencia comercializable para los bebés”. La unidad para tal licencia sería un “deciniño”, y una acumulación de diez de estas unidades, por la compra, la herencia o donación, titularía a una mujer para tener un hijo legal. En 1967, William y Paul Paddock llegaron incluso más lejos que esto y propusieron un sistema de “triaje”, que cancelaría todos los envíos de alimentos estadounidenses a aquellos países que dejen de controlar su “superpoblación”. Ya que “no podían ser salvados”, deberían simplemente ser abandonados a morir, lo más pronto posible.

“Si no hay suficiente comida para alimentar el excesivo número de gente (los pobres, las masas) ellos deben ser lanzados fuera de la borda (asesinados por guerras o epidemias). Estos “razonamientos” proveen una justificación para controlar la curva del crecimiento poblacional y la destrucción del exceso de población por cualquier medio, incluyendo las guerras, los genocidios, las epidemias, las hambrunas, las depresiones económicas y hasta el terrorismo”. Pearce and Turner. 1995

K.E. Boulding y la nave espacial (1966)

K.E. Boulding se dio a conocer en la economía ecológica con su ensayo “The Economics of the Coming Spaceship Earth” publicado en 1966. En esta obra el autor presenta al planeta tierra como una “nave espacial” que parte a realizar un largo viaje, en donde sólo tendría como única fuente de energía externa la energía solar. Tendrá unas existencias de recursos dependiendo de su capacidad para almacenar elementos antes de partir, pero, a medida que disminuyan las existencias, también lo hará la esperanza de vida para aquellos que están a bordo de la nave, de no ser, claro está, que encuentren algún modo de reciclar el agua y los materiales, y de generar fuentes de alimento. El modelo de Boulding presenta la tierra como un sistema económico cerrado.

Paul Ehrlich y la bomba demográfica (1968)

El principal impulso al catastrofismo neomalthusiano lo dio el entomólogo Paul R. Ehrlich la Universidad de Standfordl que en 1968 publicó The population Bomb (La bomba demográfica) y que fue un éxito de ventas. En el mismo prólogo es significativo del contenido del libro.

"La batalla para alimentar a toda la humanidad se ha acabado [...] En la década de los 70 y 80, centenares de millones de personas se morirán de hambre a pesar de cualquier programa de choque que se emprenda ahora. A estas alturas nada puede impedir un sustancial incremento en la tasa de mortalidad mundial, aunque muchas vidas podrían ser salvadas mediante drásticos programas para ampliar la capacidad de la tierra incrementando la producción alimentaria y distribuyendo más equitativamente el alimento disponible. Pero estos programas sólo proporcionaran un aplazamiento a menos que se acompañen con esfuerzos decididos y exitosos de control de la población.“ Paul Erhilch

A lo largo de las siguientes doscientas páginas Ehrlich hacía predicciones tan atrevidamente maltusianas como que “un mínimo de diez millones de personas, en su mayoría niños, se morirán de hambre durante cada año de la década de los sesenta. Pero este es un mero puñado comparado con los números que se morirán de hambre antes del fin de siglo.
Para evitarlo Ehrlich se apresuró a ofrecer ideas de control demográfico coercitivas, aunque reconocía que no eran propias sino sugeridas por colegas suyos. Entre estas medidas proponía la adición de sustancias anticonceptivas en toda la comida vendida en los Estados Unidos.

Garret Hardin y la capacidad de carga de la tierra

Garret Hardin (1915-2003) fue un profesor retirado de biología de la Universidad de California, y es considerado uno de los más influyentes teóricos del control de población. En 1968 publica su más famoso ensayo The tragedy of the commons (La tragedia de los comunes) en la prestigiosa revista científica Science. Con la “capacidad de carga”, Hardin aplica a la población humana un concepto biológico que se empleaba para determinar el número de insectos que un ecosistema podía soportar. A partir de la publicación del artículo, la gestión colectiva de los recursos se convirtió en uno de los temas clave de los economistas ambientales y los especialistas en recursos naturales. En el ensayo Hardin sostiene que cuando los recursos son limitados, las decisiones racionales de cada individuo “dan lugar a un dilema irracional para el grupo”, planteando que cada usuario de un bien colectivo tiende a maximizar el uso individualizado de ese recurso en un corto plazo, lo que conduce invariablemente a su sobreexplotación.

“Si cada familia humana dependiera exclusivamente de sus propios recursos, si los hijos de padres no previsores murieran de hambre, si, por lo tanto, la reproducción excesiva tuviera su propio “castigo” para la línea germinal: entonces no habría ninguna razón para que el interés público controlara la reproducción familiar. Pero nuestra sociedad está profundamente comprometida con el estado de bienestar…
Equilibrar el concepto de libertad de procreación con la creencia de que todo el que nace tiene igual derecho sobre los recursos comunes es encaminar al mundo hacia un trágico destino”. Hardin Garret 1968. La tragedia de los comunes.


Como conclusión final establece la iniciativa de pedir a la raza humana su renuncia a la procreación, como condición para poner fin a la tragedia de los recursos comunes.

“La libertad de reproducción traerá la ruina para todos… La única manera en que nosotros podemos preservar y alimentar otras y más preciadas libertades es renunciando a la libertad de reproducción, y muy pronto. La libertad es el reconocimiento de la necesidad, y es el papel de la educación revelar a todos la necesidad de abandonar la libertad de procreación. Solamente así podremos poner fin a este aspecto de la tragedia de los recursos comunes”. Garret Hardin (1968). La tragedia de los comunes.

Los límites del crecimiento del Club de Roma (1972)

En 1968 se reúnen en Roma 35 personalidades de 30 países entre los que se encuentran académicos, científicos, investigadores y políticos para fundar lo que ellos mismo denominaron “Club de Roma”. Sus miembros, de diferentes culturas e ideologías, compartían una común inquietud: una preocupación común por el futuro de la humanidad.
El primer informe del Club de Roma, llevó por título “Los límites del crecimiento”, y fue editado en los Estados Unidos durante 1972 y presentado a la Asamblea de las Naciones Unidas, reunida en Estocolmo para el estudio del medio ambiente. El estudio se llevó a cabo utilizando las técnicas de análisis de dinámica de sistemas más avanzadas del momento. Primeramente se recopilaron datos sobre cinco variables significativas: población, producción industrial y agrícola, contaminación y consumo de reservas conocidas de algunos minerales. A continuación se diseñaron fórmulas que relacionaban esas variables entre sí. Finalmente introdujeron el sistema completo en un ordenador y la pidieron que calculase los valores futuros de esas variables.
Las perspectivas resultaron muy negativas. El informe señalaba que debido a que la población mundial está creciendo sin control alguno, los recursos no renovables del mundo estarán eventualmente extintos en unos años y la economía mundial caerá en una gran depresión y miseria. Las conclusiones del estudio argumentaban que de continuar un crecimiento exponencial en los “factores” que inciden contra el planeta, sólo duraríamos hasta el 2027.

“Si se mantienen las tendencias actuales de crecimiento de la población mundial, industrialización, contaminación ambiental, producción de alimentos y agotamiento de los recursos, este planeta alcanzará los límites de su crecimiento en el curso de los próximos cien años. El resultado más probable sería un súbito e incontrolable descenso tanto de la población como de la capacidad industrial”. (D.L. Meadows y otros, Los Límites del Crecimiento, 1972)

La única forma de conseguir la eliminación de esta crisis consistía en igualar inmediatamente las tasas de natalidad y mortalidad en todo el mundo, la detención del proceso de acumulación de capital y la reinversión del mismo en recursos más ahorradores y menos contaminantes. Lo que el informe pretendía es lo que más tarde se denominó como crecimiento cero.
Poco después de publicarse el informe del Club de Roma los precios del petróleo y de las materias primas se dispararon y los países occidentales se hundieron en la crisis económica más grave y prolongada que habían conocido desde la Segunda Guerra Mundial. Muchos pensaron que aquellas sombrías previsiones estaban a punto de cumplirse, antes de lo estimado. Fue la época del nacimiento de un gran número de organizaciones ecologistas y de teorías sobre el crecimiento cero. Libros del tipo “Cómo sobrevivir una familia explotando dos hectáreas de terreno” alcanzaron los puestos más altos en las listas de ventas.

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