8.6. El control de la natalidad desde 1974

A partir de los acontecimientos de 1974, la Federación Internacional de Paternidad Planificada (IPPF) se expande por todo el mundo, instalando sucursales en la mayoría de los países. Miembros de la IPPF o individuos con ideología afín, son designados en los puestos claves de los principales organismos dependientes de Naciones Unidas, los organismos multilaterales de crédito y la AID. También ocupan cargos importantes en los Ministerios de Salud de muchos países desarrollados. Desde tales posiciones presionan, para lograr que en casi todos los países ricos, se instalen las clínicas de planificación familiar (muchas de ellas dirigidas por la filial local de la IPPF), se presten servicios gratuitos de control natal en los hospitales públicos, se despenalice el aborto y las cirugías mutiladoras para evitar la descendencia, y se imparta educación sexual permisiva y obligatoria en las escuelas. En esos años se comienzan a desarrollar programas en varios países del Tercer Mundo, que contienen algunos de los objetivos recién descritos, utilizando para ello como plataforma de lanzamiento, las filiales locales de la IPPF.


Reagan y el final de las políticas antinatalistas

El año 1984 produce un claro viraje en la política exterior norteamericana en cuestiones antinatalistas. El presidente Reagan se muestra contrario al aborto y suspende la ayuda del Gobierno Federal a toda institución que contemple dicho crimen como medio de control demográfico. En la práctica esta medida tiene una eficacia relativa, ya que si bien se eliminan los subsidios directos al aborto – que deja de ser gratuito en los hospitales -, y Paternidad Planificada (filial norteamericana de la IPPF) pierde su asignación estatal, continúan los subsidios indirectos al aborto, a través de los aportes a la AID y a los organismos de Naciones Unidas. Por otra parte, la política de disminuir la tasa de natalidad en el Tercer Mundo continúa exactamente como la había programado el “informe Kissinger”. De todos modos es un indicio de que las cosas van cambiando.
Paralelamente a esto, comienzan a actuar en muchos países desarrollados, organizaciones en defensa de la vida humana y la familia, - muchas de ellas de inspiración religiosa, otras son entidades civiles sin fines de lucro, y las menos son entes de algún modo políticos. Para neutralizarlos y dar otro paso adelante en el cambio de las costumbres sociales. La IPPF se vincula directamente o a través de organismos de Naciones Unidas o Fundaciones, con grupos radicalizados de diversa índole, a saber: feministas, homosexuales y lesbianas, pseudos-ecologistas que defienden simultáneamente la vida silvestre de plantas y animales y el aborto de seres humanos, sectas orientalistas o degeneradas como los Niños de Dios, que luego quedan englobadas de algún modo en el movimiento de la Nueva Era. Muchos de estos grupos heterogéneos aumentan su eficacia al obtener el status de Organismos No Gubernamentales (ONG) de las Naciones Unidas, el Consejo de Europa, la O.E.A., etc.
Simultáneamente en esa misma década se profundiza la acción contraceptiva en los países del Tercer Mundo. Los préstamos internacionales que en esos años se multiplican, contienen cláusulas condicionantes en materia demográfica, las que resultan tan escandalosas que el Papa Juan Pablo II lo denuncia en su Exhortación Apostólica Familiaris Consortio, de noviembre de 1981, en estos términos: “hay que rechazar como gravemente injusto el hecho de que, en las relaciones internacionales, la ayuda económica concedida para la promoción de los pueblos esté condicionada a programas de anticoncepcionismo, esterilización y aborto”.
Estas verdades extorsionantes supranacionales y económicas, llevaron a muchos países en vías de desarrollo a claudicar ante los artífices de la “multinacional de la muerte”, tolerando el aborto y la esterilización de sus jóvenes – muchas veces forzada, las prácticas contraceptivas en los hospitales y la educación sexual permisiva en sus escuelas. Los países musulmanes, por razones culturales y religiosas suelen ser los más reacios a estas políticas; por el contrario, muchos países asiáticos son los más permeables; Latinoamérica suelen tener una posición intermedia.
Afirmó el Papa Juan Pablo II:

“Por otra parte resulta muy alarmante constatar en muchos países el lanzamiento de campañas sistemáticas contra la natalidad, por iniciativa de sus gobiernos, en contraste no sólo con la identidad cultural y religiosa de los mismos países, sino también con la naturaleza del verdadero desarrollo. Sucede a menudo que tales campañas son debidas a presiones y están financiadas por capitales provenientes del extranjero y, en algún caso, están subordinadas a las mismas y a la asistencia económico-financiera. En todo caso, se trata de una falta absoluta, hombres y mujeres, sometidos a veces a intolerantes presiones, incluso económicas, para someterlas a esta nueva forma de opresión. Son las poblaciones más pobres las que sufren los atropellos, y ello llega a originar en ocasiones la tendencia a un cierto racismo, o favorecer la aplicación de ciertas formas de eugenismo, igualmente racistas”. Juan Pablo II. Sollicitudo Rei Sociales. 1987

Esa década terminó con dos hechos de suma importancia, pero completamente antagónicos:
- En septiembre de 1991 se constituye el Consejo Mundial por la Vida y la Familia, que aspira a ser – y ha comenzado a serlo – la “multinacional de la Vida Humana”.
- La asunción a comienzos de 1993 del nuevo presidente norteamericano Bill Clinton.

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