7.5. El mayo del 68

En los años 60 la canción de los Beatles “All you need is love” (todo lo que necesitas es amor) iba en serio. A pesar de la semilla narcisista sembrada por el nuevo orden, la palabra clave en aquellos años era love. En 1967 la juventud fue convocada desde California a vivir el verano del amor. San Francisco recibió a más de 100.000 jóvenes; todos ellos, como reclamaba la canción de Scout MacKenzie, con flores pacifistas en la cabeza. Por todas partes estallaron el amor, el alcohol, la marihuana y las flores. Pareciera que el advenimiento de Dionisios y Eros anunciado por los filósofos vitalistas hubiera sido la profecía del nuevo tiempo. Y, efectivamente, el problema fue que pronto el concepto de Eros perdió su sentido original de amor, de deseo de otro, y pasó a tener el significado, dado por el pensamiento 68, de sexo placentero. No por casualidad al coito se le llamó “hacer el amor”. El nuevo paraíso tan sólo se realizó en el mundo de la “comuna” pacífica y marginal, cutre y alucinógena de los hippies. Algunos terminaron en la cuneta hartos de heroína, y otros hastiados de sexo, placer satisfecho y miseria. Pero la mayoría de ellos, al igual que el resto de la sociedad posmoderna surgida del 68, se hartó de consumo, de satisfacción hedonista y en muchos casos de una nueva moral sexual que cambió totalmente el sentido del sexo y el amor en la sociedad occidental. Uno de los grandes problemas de la sociedad de la abundancia actual es el hastío, la hartura que conduce al aburrimiento. Algo de esto sucedió con el exceso de sexo que no trajo mayor felicidad, sino mayor insatisfacción.
El pensamiento del 68 secuestra la palabra eros, para convertirla en pura sensación placentera y solipsista. Es el placer al margen de la pareja.

La sexualidad de la transgresión

Surge la sexualidad de la trasgresión; es decir, la valorización de las prácticas calificadas de perversas. Michael Foucault, en su primer gran éxito Historia de la locura (1961), se manifiesta a favor de una libido sádica, a la que no considera “una deformación producida por la organización social explotadora, sino, por el contrario, expresión pura de la naturaleza que, al igual que la locura, posee la capacidad de hacer añicos una razón represora tambaleante”.
El sadomasoquismo, la pornografía, la violencia en el sexo fue el resultado práctico en el que derivó la civilización erótica del freudomarxismo. Alain Touraine comentaba que no es mera casualidad el que la liberación de la mujer y la pornografía se hayan desarrollado al mismo tiempo, “puesto que un mundo dominado, pero también protegido, se ha abierto bruscamente, al igual que un país en el cual desembarcan colonizadores”.

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